Por Enrique Sotomayor
¿La forma en que planteamos la pregunta sobre si un enunciado jurídico es ambiguo o no puede determinar la respuesta de nuestros interlocutores?, ¿puede, por ejemplo, ser relevante la diferencia entre preguntar si usted considera que para las personas en general un texto es ambiguo, en oposición a si la pregunta se dirige directamente a usted?
Un interesante estudio de Fansworth, Guzior y Malani (2010) argumenta que este, en efecto, podría ser el caso. Los autores realizaron una encuesta a aproximadamente 900 estudiantes de distintos niveles de la carrera de Derecho en Estados Unidos (de las universidades de Boston, Chicago y Virginia). Esto es importante porque, como señalan los autores, los estudios sobre interpretación jurídica suelen adoptar una perspectiva teórica, descuidando la cuestión sobre cómo distintos tipos de personas leen e interpretan enunciados jurídicos. Frente a ello, una perspectiva empírica resulta novedosa y nos permite llegar a nuevas conclusiones.
¿En qué consistió exactamente el estudio de Fansworth y sus colegas? En primer lugar, se buscó medir las diferencias cuando las personas asumen dos perspectivas distintas al responder por la ambigüedad de un enunciado: una basada en un juicio externo, y otra basada en un juicio interno. Cuando se pedía asumir el juicio o perspectiva externa, las personas debían responder sobre si creían que un enunciado era o no ambiguo para un lector ordinario del idioma inglés (digamos, un típico Juan Pérez). Por otra parte, cuando se pedía asumir el juicio o perspectiva interna, las personas debían responder si creían que un enunciado era o no ambiguo desde su propio punto de vista.
A continuación, se diseñó y tomó una encuesta anónima en la que se dividió a los estudiantes en dos grupos: a ambos se les presentó una serie de hechos y una disposición normativa que podría aplicarse a los mismos. A continuación, al primer grupo se le consultó sobre la eventual existencia de ambigüedad, pero pidiéndole a sus integrantes que asuman la perspectiva externa, es decir, respondiendo si pensaban que para un lector ordinario el enunciado podía resultar ambiguo. Al segundo grupo se le consultó lo mismo, pero pidiéndole que asuma la perspectiva interna. Finalmente, a los encuestados de ambos grupos se les consultó qué interpretación del enunciado en discusión preferían como una cuestión de política (policy). Los hechos y enunciados que componían el cuestionario estaban basados en casos resueltos por la Corte Suprema de EE. UU. (2010, pp. 260 y ss.).
Tomemos uno solo de los varios ejemplos del estudio: se trata de un caso relacionado con la distribución de la droga LSD. Los hechos están basados en el caso Chapman v. United States, 500 U.S. 453 (1991) y son los siguientes: una ley federal establece una condena mínima de cinco años para aquel que distribuya más de un gramo de “una mixtura o sustancia que contenga un monto detectable de dietilamida de ácido lisérgico (LSD)”. El acusado fue capturado distribuyendo LSD disuelto y posteriormente rociado en papel secante. El peso solamente del LSD era de 50 miligramos, pero si a este se sumaba el peso del papel secante, el peso total era de 5 gramos, bastante por encima del máximo establecido por la ley federal. Como sospechará, la pregunta de interpretación es si el peso del papel secante debe o no ser incluido para determinar el peso de la sustancia o mixtura a la que se refiere la ley federal: mientras que el acusado sostenía que no, la acusación sostenía que sí.
A partir de estos hechos, a los encuestados se les preguntó (primer grupo) si para ellos la aplicación de la ley federal al caso era ambigua (versión 1) o si las dos interpretaciones eran plausibles (versión 2), o (segundo grupo) si creían que para un lector ordinario del inglés la aplicación de la ley al caso era ambigua. Finalmente, a todos los grupos se les consultó, más allá de las cuestiones de interpretación, qué resultado preferían como una cuestión de política (matter of policy)[1].
Veamos los resultados sobre esta pregunta:
Preferencias de política y cómo estas afectan las respuestas a tres tipos de preguntas sobre el caso del LSD
Fuente: Fansworth, Guzior y Malani (2010, p. 262).
Ahora expliquemos un poco esta gráfica: el eje x nos muestra las posiciones de política de los encuestados en el caso del LSD: desde fuertemente a favor del acusado (strongly pro-defendant), pasando por levemente a favor de este (mildly pro-defendant), hasta levemente a favor del gobierno (acusación) y fuertemente a favor del gobierno (strongly pro-government). Por su parte, el eje y muestra las puntuaciones sobre el nivel de ambigüedad de la ley federal, yendo desde ambigua, probablemente ambigua, probablemente no ambigua y no ambigua.
Ahora veamos las líneas punteadas y curvas: la línea punteada se refiere a la opinión sobre si la ley federal es ambigua cuando es aplicada a los hechos asumiendo el punto de vista o perspectiva interna. Por su parte, la línea continua se refiere a la misma interrogante, pero esta vez pidiendo a los encuestados que asuman el punto de vista externo de los lectores ordinarios del inglés. Finalmente, la línea discontinua se refiere a la variante en la que la pregunta se da desde la perspectiva interna, pero cambiando la pregunta por la ambigüedad de la disposición por una pregunta sobre la plausibilidad de las interpretaciones en lid.
Procedamos, finalmente, a seguir la interpretación de los autores sobre estos resultados. Primero, parece ser que personas con fuertes preferencias sobre una política (policy preferences) que hacen juicios internos sobre el nivel de ambigüedad del enunciado de la ley federal del caso LSD tienden a concluir que dicho enunciado no es muy ambiguo, o que solo una interpretación de este es plausible. En ello, tanto las personas fuertemente inclinadas por la posición del acusado como los fuertemente inclinados por la posición del gobierno coinciden en sus resultados. De aquí se podría conjeturar que las preferencias de política aparentemente sesgan los juicios de las personas sobre la existencia o no de ambigüedades.
En segundo término, quienes son consultados por la ambigüedad de la ley federal aplicada a los hechos, pero asumiendo la perspectiva externa, muestran resultados bastante distintos: en este caso las preferencias de política dejan de tener el efecto sesgado que resultaba de la pregunta planteada desde la perspectiva interna. Vemos, en efecto, que se trata de una línea meridianamente recta más cercana a afirmar que la ley federal del caso en discusión era “probablemente ambigua” cuando era aplicada a los hechos del caso. De aquí se podría conjeturar que los sesgos de opinión sobre niveles de ambigüedad podrían ser controlados mediante un cambio de perspectiva en la forma en que se plantean las preguntas o la perspectiva desde la que se realiza en análisis. Como mencionan los autores del estudio, en la variante de la pregunta desde la perspectiva externa, los encuestados ejecutan rápidamente una suerte de experimento mental (¿qué pensaría sobre esto un lector ordinario del inglés?), pero se trata de un experimento mental con consecuencias prácticas, pues puede reducir el sesgo producido por las preferencias de política (p. 272).
Resultados análogos, aunque con las diferencias propias del análisis empírico, son hallados con otros casos que los autores del estudio detallan en su texto. Desde luego, hay muchos más aspectos del estudio que aquí no podemos resumir.
Referencia
Farnsworth, W.; Guzior, D. & Malani, A. (2010). Ambiguity about ambiguity: an empirical inquiry into legal interpretation. Journal of Legal Analysis, 2(1): 257-300.
[1] Coloco entre paréntesis la palabra en inglés “policy” porque la encuesta no evaluaba, en sentido estricto, las preferencias político-ideológicas de los encuestados, sino su posición de política pública sobre cada uno de los casos. Ese es el sentido más propio de la palabra “policy”.